fotografía portada de Brais Lorenzo / EFE

Somos muchos los familiares de personas que viven en una residencia, que entendemos que la Ministra de Defensa estaba nerviosa y se le entrecruzan las palabras y los pensamientos, cuando dio a entender ayer lunes en el programa de Ana Rosa en TELE 5, que en las residencias los muertos estaban abandonados, y gracias al ejército se ha descubierto esta barbaridad.

Nadie va a pensar que nuestros militares ven lo que no ven, sin embargo, esos jóvenes profesionales no saben, cómo sabe usted, que los tanatorios y las funerarias en Madrid están sobrepasados y no pueden actuar ante la avalancha de personas muertas, y que eso está retrasando que los familiares se puedan despedir de la forma que les gustaría, de su ser querido, y pasar su duelo como hasta ahora se ha podido hacer. En todo caso lo podemos ver en esta noticia del pasado del 23 de marzo, donde leemos cómo se decide crear un Tanatorio en el Palacio del Hielo:

https://www.elespanol.com/espana/madrid/20200323/madrid-convierte-palacio-hielo-morgue-fallecidos-coronavirus-emergencia-cadaveres-funeraria/476953156_0.html

Tampoco tienen porque saber, esos jóvenes militares, que en las residencias viven en el 80% de los casos personas mayores de 80 años y que en su mayoría están viviendo en esos centros porque las familias no les podemos atender o porque se encuentran solas. Cuando fallece una persona en una residencia, somos las familias los que nos tenemos que hacernos cargo de su entierro, a no ser que sea una persona tutelada, en cuyo caso es el responsable de la tutela el encargado de ello.

Y tampoco tienen que saber esos jóvenes militares, que ni a los responsables de residencias, ni a los trabajadores de ninguna residencia les va a apetecer tener una persona fallecida por coronavirus en su centro de trabajo sin poder darle el trato adecuado.

El mayor problema de estas alegres afirmaciones, y de su falta de empatía, es que dejan en muy mal lugar a los más de 200.000 excelentes trabajadores que tienen que ir todos los días a su trabajo, porque ellos no pueden dar de comer por teletrabajo ni limpiar a las personas mayores desde su domicilio, Así que estimada ministra, seguro que va a pedir perdón a todas estas personas que están haciendo con su trabajo lo que las familias no podemos hacer por nuestros seres queridos. Y lo va a hacer cuando comprenda el alcance de sus tan desafortunadas palabras, aunque estas hayan sido pronunciadas en un momento de tensión, o sin haberlas reflexionado.

Y lo más grave, es que a raíz de su comentario Excelentísima Ministra, políticos que piensan más en sus votantes y en su futuro, que en las familias que tenemos a alguien en una residencia, se atreven a insultar a las residencias cuando ni las conocen, ni, posiblemente, han ido a visitar nunca una residencia y a sus residentes.

Seguro que cuando pase todo esto, irán a visitar varias residencias, sin pensar esta vez en réditos políticos, y esperemos que den su opinión entonces con conocimiento de causa. Seguro que quedarán impresionados del gran trabajo de los profesionales que las atienden y que cuidan de nuestros seres queridos.

El diputado Pablo Echenique atacando, a raíz de estas circunstancias, a los empresarios de residencias y generalizando, cuando realmente desconoce a la inmensa mayoría de ellos. Seguro que ha conocido pésimos gestores y empresarios, pero no todos son como los que él debe conocer.

Existen personas, empresarios y profesionales sin escrúpulos en este sector, al igual que en todas las profesiones y empresas, pero recuerden que estamos hablando de las personas mayores, de nuestras personas mayores, y que este colectivo acapara el 80% de los fallecimientos por coronavirus, en su casa o en una residencia.

Y en todo caso, el coronavirus lo hemos llevado los familiares cuando hemos ido a visitar a nuestras familias o los propios trabajadores a los que las distintas administraciones no han podido o sabido facilitar el material necesario para su protección.

Sería injusto no agradecer la valentía de los recepcionistas, gerocultores, cocineros, limpiadoras, enfermeras, etc., que a pesar de todas estas campañas siguen trabajando con el mismo interés y profesionalidad, atendiendo a estas personas que los demás no somos capaces de ayudar o auxiliar debido a sus muchas patologías en una gran parte de los casos.

José Manuel Dolader